LEYENDAS URBANAS – Según la convención, Adolfo Hitler y Eva Braun se quitaron la vida hace 71 años, el 30 de abril de 1945, en un búnker construido debajo de la Cancillería del Reich, en Berlín. Oficialmente, el dictador se pegó un tiro en la cabeza y su esposa se tragó una cápsula de cianuro, ambos en la misma habitación, juntos, al verse derrotados, bajo el asedio del Ejército Rojo soviético.
El resto, como suele decirse, es historia.
¿Historia? ¿Estamos seguros? Tal vez no. Todavía hoy, 70 años después de ambos suicidios y del fin de la guerra, la muerte de Hitler sigue recubierta de un manto de dudas, de preguntas sin respuesta, de incertidumbres y extravagancias.
Las primeras y más obvias preguntas: ¿Dónde está el cuerpo de este hombre? ¿Qué destino corrieron los restos de Adolf Hitler y Eva Braun? ¿Por qué no han mostrados públicamente? ¿Realmente el Führer y su mujer murieron ese día?
O más bien, como lo sugieren evidencias cada vez más abrumadoras, ¿Hitler y Braun fingieron sus propias muertes para poder huir y salvarse?
La polémica se ha reavivado en días recientes con las revelaciones de un veterano agente de la CIA que asegura que, en efecto, Hitler y Braun no murieron al final de la Segunda Guerra Mundial, sino que simularon sus muertes y escaparon rumbo a las Islas Canarias, particularmente a Tenerife, donde vivieron un tiempo prudencial antes de dirigirse a Argentina, el país que los acogió hasta su presunta verdadera muerte.
Según un reporte del diario británico The Mirror, el agente Bob Baer asegura haber examinado una serie de archivos del FBI recientemente desclasificados y de los que se desprende que Hitler recurrió a la figura de un doble para fingir su muerte y poder huir de Alemania.
“La narrativa del Gobierno (de Estados Unidos) es una mentira. Si echamos una mirada a los archivos del FBI, queda claro que hay que abrir una investigación”, sostiene Baer.
“Lo que estamos haciendo es reexaminar la historia, la historia que estableció que Hitler murió en el búnker, pero mientras más profundizamos en esto, más claro se hace que no tenemos ninguna evidencia para creerlo”, añade.
Uno de los documentos –de un legado de 700 páginas– establece: “Oficiales del Ejército de Estados Unidos en Alemania no han localizado el cuerpo de Hitler y no hay ninguna fuente confiable que certifique que Hitler está muerto”.
Avistamientos
Durante décadas los rusos han afirmado que, en efecto, Hitler murió en Berlín en 1945 y que sus restos fueron incinerados, no sin antes tomar muestras de partes de su cuerpo, como la dentadura, que fue comparada con los registros odontológicos del dictador. La comparación dio positiva, o eso informaron.
Son muchas las teorías que sostienen la falsedad de esto. De hecho, se determinó que un fragmento de cráneo con un hueco de bala, hallado en las inmediaciones del búnker y atribuido a Adolf Hitler –estuvo reguardado en archivos federales de Moscú–, en realidad se correspondía con una mujer menor de 40 años.
Hay teóricos que sostienen que ese trozo de cráneo podría ser de Eva Braun, aunque esto resulta inconsistente con la versión de la cápsula de cianuro que consumió. Otros dicen que simplemente es el cráneo de una de las millones de víctimas del atroz dictador y que en realidad este engañó a todos para salir bien librado de la caída del Reich y de la posterior condena por tantas monstruosidades cometidas.
Así, comenzaron a circular los más extraños rumores sobre el paradero de Hitler.
En julio de ese año, 1945, el periódico ruso Izvestia reportó que Hitler y Eva Braun se hallaban con vida y viviendo cómodamente en un castillo ubicado en la región alemana de Westfalia y con protección de las fuerzas estadounidenses y británicas, aunque esta versión fue desechada pronto al ser atribuida a propaganda soviética en contra de sus rivales occidentales.
Pero un mes después de la publicación de Izvestia, un abogado estadounidense informó al FBI que Hitler estaba viviendo en la ciudad austríaca de Innsbruck en compañía de su médico personal y bajo el nombre de Gerhardt Weithaupt.
Por ese entonces, otro abogado, el alemán Karl-Heinz Spaeth, declaró haber interactuado con Adolf Hitler en Berlín.
También hubo reportes de avistamientos en un café de Ámsterdam, solitario.
Y presuntamente fue visto navegando en un lujoso yate por las aguas de Hamburgo, en compañía de su secretario privado Martin Bormann. Más aún, se dijo que vivía oculto entre las ensenadas e isletas de las costas del estado alemán de Schleswig-Holstein.
En octubre de 1945, en Copenhague, una mujer de nacionalidad danesa señaló que un amigo suyo había soñado con Hitler o lo había identificado en un monasterio de ciudad española de Algeciras. Estaba disfrazado con el hábito de un monje.
España, por cierto, es uno de los refugios más mencionados por los estudiosos del asunto. En diciembre de 1945, el Departamento de Contraespionaje de Guerra de Estados Unidos (el X-2) reportó la posibilidad de que Hitler se hallara en las Islas Baleares, en el Mediterráneo: habría llegado a Mallorca en un submarino flanqueado por un grupo de científicos nucleares.
De hecho un informante aseguró que Hitler estaba siendo tratado en España por una “indisposición nerviosa”.
Vale decir que ya durante los Juicios de Nuremberg, que comenzaron en noviembre de 1945, el mismo año de la “muerte” de Hitler, se hablaba con notable convencimiento de un engaño, de una posible huida y de que en realidad seguía con vida.
Fuera de Europa
También hubo reportes de la presencia de Adolf Hitler en Estados Unidos. Una persona aseguró haberlo visto en la ciudad ideal para el anonimato, la última en donde sería buscado: Manhattan. Igualmente, en el estado de Maryland, un residente juró haber compartido una mesa con él en 1946. “Parecía haber estado en confinamiento por algún tiempo”, dijo.
Y es que en 1947, un día después de completadas las ejecuciones de Nuremberg, el antiguo jefe de la unidad de Inteligencia estadounidense en Berlín, William F. Heimlich, declaró estar convencido de que Hitler no había muerto. “El cadáver nunca fue hallado. He conversado con los rusos al respecto y no hay ninguno que asegure haberlo visto. No existen pruebas concretas del suicidio de Hitler. De igual modo, en mi opinión Eva Braun sigue con vida”.
Hay quienes creen que Hitler escapó de Europa a bordo de un U-977, un submarino alemán de largo alcance, rumbo a Argentina. En 1945 llegó a Mar de Plata procedente de Noruega y se estableció en una hacienda a las afueras de Bariloche, se divorció de Braun, tuvo dos hijas y murió en el año 1972. Esta es, quizás, la teoría más aceptada y estudiada de todas.
Otras teorías han ubicado a Hitler en Nossa Senhora do Livramento, un pequeño pueblo del estado de Mato Grosso, en Brasil, donde vivió en compañía de su amante brasilera y bajo el nombre de Adolf Leipzig. En 2014 el tabloide británico Expresspublicó una imagen de un anciano caucásico, demostración de que Hitler, a quien los locales conocían como “El Viejo Alemán”, había muerto en Brasil a los 95 años.
Claro que hay teorías más extravagantes del destino del Führer tras la caída de Berlín, probablemente inverosímiles o en cualquier caso más difíciles de comprobar. Hay quienes sostienen que Hitler se refugió en una base secreta que los nazis habían construido en la Antártida a finales de los años 30 con ayuda de avanzada tecnología alienígna –gracias a la cual lograron dominar medio mundo– y desde la cual atacaba a las fuerzas aéreas de Estados Unidos y Reino Unido (se dice fue destruida por una bomba nuclear estadounidense).
Y en la década de los 70 corrió como reguero de pólvora una creencia tanto más inverosímil: Adolfo Hitler estaba viviendo nada menos que en la Luna, específicamente en una base que construyeron los nazis en los años 50, ya concluida la guerra y, de nuevo, con ayuda extraterrestre.