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El negocio por la crisis ambiental en México

La historia se repite. En la primera ocasión en la que se aplicó el programa Hoy No Circula, en 1989, utilizando el mismo argumento de la contaminación del medio ambiente por exceso de emisiones de gases a la atmósfera provenientes de los automóviles y su difícil dispersión, el efecto primero fue la desmovilización de miles de autos e, inmediatamente después, el aumento del parque vehicular porque la gente no estuvo dispuesta a suspender sus actividades, laborales escolares y demás, como no lo está ahora, al no tener forma de trasladarse por la ciudad que no ofrece, porque así lo dictaminaron los gobernantes, un eficiente y suficiente transporte público.

A partir de que entraron en vigor las normas temporales del Hoy No Circula en estos días subió 10% la venta de autos usados en la Ciudad de México. Según la Asociación Nacional de Comerciantes en Automóviles y Camiones Nuevos y Usados (ANCA).

El precio de los autos usados se incrementó en un cinco por ciento, informó David Plascencia, presidente de la ANCA, quién explicó que la mayoría de compradores son empresas que deben suplir sus unidades “ya que en algunas ocasiones su flota se puede detener hasta en 20 por ciento por contar con el engomado al que no le corresponde circular”. Los más afectados son los establecimientos que comercian con perecederos, que deben abastecer sus negocios cada dos o tres días.

Simultáneamente, en las campañas publicitarias de las grandes empresas productoras de automóviles empieza a aparecer la oferta de autos híbridos, que se mueven por energía eléctrica y gasolina, y de autos totalmente eléctricos.

En uno de esos anuncios, exhibidos en el cine, se ilustra el rendimiento del automóvil eléctrico que desde la Ciudad de México llega a algún puerto en el Pacifico ubicado a 1200 kilómetros, cuando se le termina la energía.

Hace unos días el coordinador de la fracción Parlamentaria del PAN en la Cámara de Diputados, Marko Antonio Cortés, apareció en San Lázaro conduciendo un auto eléctrico y anuncio que los legisladores de su bancada cambiarán sus automóviles por eléctricos, con un costo de 600 mil pesos por unidad.

El Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera se reunió con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y le solicitó apoyo para “modernizar” el transporte público de la ciudad, la solicitud inicial fue por 5 mil millones de pesos, Videgaray le recomendó acudir a la banca de desarrollo y finalmente acordaron que el gobierno federal avalará un crédito por 7 mil millones de pesos que servirá que adquirir nuevas unidades para el transporte público y otorgar unos diez mil créditos a los taxistas para que cambien sus automóviles por híbridos.

Para tener completo el panorama, faltaba la intervención del gobierno federal sobre el tema de la contaminación y se dio por medio de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) que anunció una nueva norma de alcance federal, para verificar el estado mecánico de los automóviles, es decir, la verificación vehicular en el país que, dicen, servirá para disminuir la contaminación en algunas ciudades con este problema y prevenir en otras.

El argumento presentado por las autoridades locales y federales es que se toman las determinaciones de restringir la circulación de automóviles debido a que está en peligro la salud de los habitantes de la megalópolis y de otras ciudades.

¿Cuántos han perecido por contaminación? ¿Hay muertos? ¿Quién y cómo los mide? ¿Cuánto cuesta al sistema de salud pública atender los padecimientos y enfermedades asociados a la mala calidad del aire?

“A la desinformación han abonado la falta de claridad de cifras y la carencia de datos duros. Con la mano en la cintura la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) ha dicho que al año se reportan 22 mil muertes por contaminación; la Secretaría de Salud capitalina ha señalado que son mil 200 en la ciudad y la Cofepris ha expresado que “nadie ha muerto por polución”. Ah, y habría que agregar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ubica 20 mil decesos por contaminación en México. En esa danza de números no se ha visto un reportaje ni leído la historia de algún capitalino que haya muerto por el smog.” (La razón, abril, 2016)

Vaya, no hay noticias de pájaros muertos en los zoológicos,  ni en los jardines, ni en las jaulas de las casas. Entonces todo lo que está sucediendo en este tema se antoja como un montaje para hacer dos grandes negocios.

El primero es por cuenta de las grandes empresas trasnacionales productoras de automóviles que ya perfeccionaron la tecnología para disminuir la dependencia de los hidrocarburos y así contribuir a frenar el calentamiento global.

El segundo negocio corre a favor de la recaudación que llevará a cabo la federación por concepto de verificación vehicular, que le podría durar todavía unos 20 años, suficientes para compensar la caída de los precios del petróleo y mientras la reforma energética empieza a ser rentable para las arcas públicas.

Para salir de dudas trate de escuchar el trino de los pajaritos e ignore el canto de los pájaros de cuenta que dicen que se preocupan por nuestra salud cuando están cuidando la “salud” de sus bolsillos.


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