La vagina es el órgano con mayor densidad de receptores de estrógenos por superficie del cuerpo humano. Los estrógenos son las hormonas producidas por los ovarios, responsables, entre otras funciones, de mantener la hidratación y el estado de trofismo de la mucosa genital (vulva y vagina).
Por eso, cuando llega la menopausia y descienden bruscamente los niveles de estrógenos se producen los cambios que en su conjunto definen el Síndrome Genitourinario de la Menopausia: sequedad y picor vaginal, disconfort, dolor y sangrado con las relaciones sexuales, atrofia de los labios e incluso infecciones urinarias de repetición.
Junto con los estrógenos, el colágeno es el principal responsable de mantener la tensión y firmeza de los tejidos, dando a la piel el aspecto terso e hidratado. Esta proteína en forma de fibrillas que se enlazan unas con otras a modo de red, es producida por los fibroblastos, células que habitan la capa por debajo de la epidermis.
Con el paso de los años, estas redes de colágeno van perdiendo sus puntos de unión, igual que las redes de pesca van perdiendo sus costuras, y el colágeno envejecido es el responsable de la aparición de las arrugas, de la flacidez y de la fragilidad de la piel generalmente por encima de los 40 años. La tecnología láser se aplica en el tratamiento de múltiples patologías médicas desde hace más de 30 años.
Existe experiencia y seguridad contrastada en la aplicación del láser en diferentes especialidades: dermatología (queratosis seborreica, acné, verrugas, manchas cutáneas, rejuvenecimiento cutáneo, etc), cirugía vascular (tratamiento de varices y dilataciones venosas), urología (litotricia, tumores, cirugía prostática), oftalmología y muchas otras.
¿Qué utilidad tiene el láser en ginecología?
Mediante golpes o disparos de calor, muy superficiales y separados por tejido sano, el láser genera pequeños traumatismos térmicos que son capaces, por un lado de destruir esos puentes de unión entre las fibras de colágeno envejecidas, y por otro, como reacción a esa pequeña agresión térmica, los fibroblastos de los tejidos reaccionan sintetizando nuevas fibras de colágeno y nuevos vasos sanguíneos que reparan el daño local. Como consecuencia, el tejido colágeno envejecido se destruye y en su lugar se depositan nuevas fibras colágenas que dotan a la mucosa tratada de firmeza, tensión y grosor aumentado.
Así, se consigue dotar a las paredes vaginales de mayor tensión y fortaleza, que son dos de las características que no existen en las situaciones de laxitud vaginal que sufren muchas mujeres que han tenido partos por vía vaginal, consiguiendo buenos resultados estéticos (el introito o la entrada a la vagina queda más ?cerrada?) y mejores sensaciones con las relaciones sexuales (mayor sensación de roce y de fricción en las paredes de la vagina).
¿Cuántas sesiones necesito? ¿En qué consisten?
La sesión dura aproximadamente entre 20-25 minutos. La tecnología láser ofrece las ventajas de la precisión y seguridad. Son pulsos de calor muy superficiales y de profundidad milimétrica, con lo que no se dañan tejidos circundantes ni estructuras profundas como nervios, vasos sanguíneos o músculos. Es un procedimiento totalmente indoloro, y la paciente puede realizar su vida normal de forma inmediata. Se aconseja el uso de un hidratante vaginal durante 5 días tras la sesión y no mantener relaciones durante la primera semana.
Para la mayoría de las mujeres basta con dos sesiones, separadas aproximadamente de seis semanas. La mejoría tras la primera sesión es evidente después de los primeros días. En el caso de la IUE leve-moderada, la mayoría de las mujeres (90%) mejoran tras la primera sesión y en un 70% de los casos se corrige tras dos sesiones. Lo mismo ocurre para los casos de atrofia genital que aparecen con la menopausia. Es una patología crónica y progresiva que padecen hasta el 60% de las mujeres tras la menopausia y que empeora con los años y la falta de estrógenos.
Es causa de la sequedad vaginal, prurito, dolor y sangrado con las relaciones que sufren estas mujeres y que son consecuencia, como dijimos, del déficit de estrógenos. La nueva vascularización que crean los pequeños impactos térmicos en la mucosa vaginal atrófica, consigue aumentar el flujo sanguíneo local, con la consiguiente mayor hidratación, turgencia y engrosamiento de la mucosa vaginal.