Se conocen. Ambos sienten muuucha química. Él se acerca. Ella sonríe. Coquetean con todas sus armas de seducción. Después de una plática increíble, se besan.
Quedan en llamarse. Una semana después, el chico la invita a cenar y, tras una gran noche, deciden seguir saliendo. Un mes después, andan, ella dice “¡síiiii!” y él está más ilusionado que niño en show de Disney On Ice.
A las dos semanas de haber iniciado su romance se pelean. Mucho, fuerte, con gritos. Cada quien se va a su casa… y no vuelven a saber uno del otro.
Además de ser un gran ejemplo del llamado “ghosting”, que se refiere a desaparecerse de alguien como método para terminar una relación, la historia anterior también hace referencia a un fenómeno muy Millennial: el de andar y tronar con total facilidad, involucrarnos en “minirrelaciones” y salirnos de ellas con la rapidez de una runner maratónica.
¿Por qué ocurre esto? ¿Hay alguna manera de romper con este patrón?
1. Falsas esperanzas
“Hay que cuestionarse, primero, ¿por qué no duran mis noviazgos? ¿Es porque yo termino o porque a mí me truenan? Si eres tú la que dice adiós, puede deberse a haber tenido expectativas fantasiosas”, dice Mario Guerra, psicoterapeuta y experto en relaciones de pareja para Match.com.
Esperamos encontrar nuestra media naranja, el amor de nuestra vida, la pareja perfecta, conocemos a alguien que también le gusta tomar whisky y decimos: “Es Mr. Right”.
Sin embargo, ponemos estándares demasiado estrictos, altos o particulares. “Las personas muy perfeccionistas siempre están observando al otro e inconscientemente le están poniendo pruebas, como: ‘Le voy a enviar un mensaje.
¡Ah!, me contesto rápido’ o ‘El fin de semana vamos a salir… Llegó a tiempo a la cita, muy bien’. A la primera falla, pensamos: ‘No le importo, pues lo invité al cine y no quiso’”, dice Guerra.
En realidad, estos estándares de perfección pueden ser una coraza por el miedo a enamorarnos, ya sea por traumas de nuestro pasado o porque tenemos muy arraigado el paradigma de “Todos son iguales”.
Debido a que no confiamos lo suficientemente en nosotras para involucrarnos al 100% en una relación, buscamos cualquier cosa para terminar. Nos da tanto miedo que nos rompan el corazón que preferimos renunciar a algo padre aun antes de que evolucione.
2. Falta de comunicación
¡Amamos la igualdad de género! Pero si bien debemos tener los mismos derechos y obligaciones, es un hecho que hay diferencias que inevitablemente existirán entre chicos y chicas por el fin de los tiempos, y eso incluye la anatomía emocional.
Según Mario Guerra, cuando ya estamos en una relación, la mujer se vuelve persecutora, mientras que el hombre comienza a tomar distancia. Y es totalmente natural: “Él dice: ‘Voy a recuperar lo que dejé de hacer porque estaba en la época romántica, de conquista. Voy a salir con mis amigos.
Y ella dice: ‘¿Dónde estás?’, ¿con quién?, claro, prefieres a tu manada, ¿verdad?’”. El hombre, al sentir esta presión, se aleja más, pues lo que menos quiere son issues. Y entonces la mujer sigue persiguiéndolo, hasta que se cansa y, por no pelear, decide callar.
El chico no se percata de que ella sigue molesta; más bien, piensa que ella “entró en razón” (WTF). Continúa saliendo con sus BFF’s sin problemas aparentes, hasta que su novia explota y ocasiona una pelea de aquellas (nivel Nicki Minaj vs. Taylor Swift).
¿Las consecuencias? Se acaban alucinando, ninguno se entiende ni a sí mismo y bye, bye, noviazgo.
3. Sola, pero no soltera… ¿o cómo era?
Hay personas que no pueden estar sin pareja, pues les da mucha ansiedad. Y esta sensación ocasiona que por miedo al abandono se victimicen, empiecen a tener pensamientos negativos, como que tienen mala suerte, están saladas, nacieron para el amor (cálmate, Juanga).
Toda esa energía se proyecta, lo creas o no, al sexo opuesto, lo que ocasiona que ellos tomen distancia y digan: “No, gracias, soy mariposa de otra flor”.
“Debes preguntarte, antes de iniciar un romance: ¿por qué quieres tanto una pareja? ¿Por qué estás tan necesitada de tener una relación en este preciso momento? ¿Se debe a que todas tus amigas ya se es- tán casando y tú tienes miedo de quedarte sola? ¿Es la presión social lo que te acongoja?”, señala el coach de pareja.
Si no eres capaz de pensar por ti misma y te importa demasiado lo que digan los demás respecto de tu soltería, con menos razón, entonces debes involucrarte en un noviazgo serio, porque en lugar de estar con alguien a quien quieras, vas a estar con él sólo porque lo necesitas, o sea, lo estarás usando.
“Tienes que ser capaz de imaginar qué pasaría si decidieras vivir sin una pareja, que no es lo mismo que estar sola, pues puedes tener amigos o a alguien sin formalizar”, aconseja Mario. ¿Qué es lo peor que puede pasar en ese caso? ¡Nada! Que empieces a vivir la vida desde otra perspectiva, más libre, sin limitar tu felicidad a algo del exterior que muchas veces no puedes controlar… McDreamy llegará a tu vida cuando te relajes y dejes de verlo como una carrera contra los demás.
4. Don’t stop believing
Cuando llevas mucho tiempo sin galán formal, la gente te dice que dejes de buscar. Lo que ellos quieren decir, en realidad, es que te olvides de tener el vestido de novia en la cajuela o de salir a la calle a repartir tarjetas de “Se busca chico”. Se vale que quieras estar con alguien, que tengas Tinder en tu cel y que haya por ahí varias velitas prendidas.
Se trata de estar disponible para una posibilidad de relación, pero no de obsesionarte. “Yo les digo a mis pacientes: conoce a personas con fines amistosos, para que empieces a mirarte en las relaciones sin la ansiedad de ‘voy a fallar’ y te sientas más relajada, al decir: ‘es sólo un amigo’ y quitarte a ti misma presiones”, dice Mario.
Conocer gente sin ningún compromiso es muy interesante, pues por medio de esos encuentros te vas descubriendo también a ti misma: defines qué te gusta de los chicos, qué de plano no toleras y qué tanto puedes construir una intimidad con alguien sin perseguir una meta en específico. O sea, el cariño irá avanzando solito.
5. Sé tu propio amor
Muchas personas buscan en una pareja que sea honesta, buena onda, sincera, cariñosa… Pero, ¿cómo %&@$ saber si alguien es un buen match para ti? Para descifrarlo, piensa en las cinco cosas que más admires de ti y trabájalas.
“El amor inmaduro te hace buscar cualidades que te llaman la atención, y esas son justo las que tú no posees. En realidad, tienes que definir lo que te gusta de tu modo de ser y buscar eso en los chicos. Esa es la diferencia entre el amor maduro y el inmaduro”.
Ese príncipe azul que nos prometieron de niñas resulta que no es azul, sino de varios colores; unos que nos gustan más que otros. O sea, en resumen: nada va a estar a nuestra medida y tenemos que aprender a ser más tolerantes con los defectos de otros, incluidos los del objeto de nuestro afecto.
“Si una persona te gusta 70%, tienes que aprender a aceptar el otro 30% , pero si una persona tiene 30% de lo que te gusta y 70% de lo que no, quizá es mejor buscar otro tipo de relación”, dice Mario.
La idea es que ese chico con quien salgas te haga sentir bien contigo misma, te inspire confianza, comparta valores similares a los tuyos y te conquiste con hechos… pero para que eso suceda, el tip de Cosmo es: llévatela lento.