El Dr. Pedro Silva es médico internista, especialista en neurología y máster en nutrición, lleva más de 40 años de práctica médica y ha tratado a más de 300.000 personas, tanto en Chile (donde nació, en 1949) como en otros países, utilizando los métodos de la medicina integrativa.
De su mentor chileno, el doctor Manuel Lezaeta, Pedro Silva aprendió que en la educación dietética encontramos solución a muchos problemas de salud. Ahora es él quien enseña esa máxima.
Entrevista al Dr. Pedro Silva
—¿Qué hace de la medicina naturista una vía irrefutable para la preservación de la salud humana?
—La medicina naturista, para que haga su papel, debe buscar la curación a través de una vida sana, en armonía con la naturaleza, contando con una alimentación que tiene que ser natural.
Es decir, vegetariana, y a ser posible principalmente crudívora, porque no tiene sentido crucificar en el fuego todas las maravillosas sustancias que contienen los vegetales y que a la naturaleza le cuesta mucho formar. Al cocer o hervir los alimentos en una olla destruimos en un segundo todo ese potencial.
—¿Y qué motiva a tanta gente a acudir a la medicina naturista?
—Por lo general, la gente que acude a nuestras consultas ha llamado ya a muchas puertas de diferentes especialidades médicas sin haber encontrado resultados, y entonces se orienta, como una vía de escape, hacia la medicina natural.
Evidentemente el médico naturista ha de ser siempre honesto y plantear que se obtendrán resultados en la medida en que la persona sea capaz de ajustar su estilo de vida y utilizar los agentes vitales de la naturaleza, los alimentos, plantas, agua, luz, ejercicio, e incluso la meditación, que es muy importante.
La persona gana confianza porque se halla ante un médico amigable con el que conversa libremente, que formula preguntas, que atiende las dudas, que se toma su tiempo.
—Los detractores de la medicina naturista dicen que, si funciona, es puramente como efecto placebo…
—El efecto placebo está presente en todo acto médico, es la confianza, un tremendo medicamento que está presente en cualquier actividad médica, ya sea alopática, naturista, homeopática, ayurvédica…
Cuando la persona percibe que le podría ir bien, desde ese instante ya se está generando una potente energía curativa sin que hayamos intervenido.
Pero el objetivo de la medicina natural es la conquista de la salud como normalidad biológica, no la curación sintomática. Es decir, que el cuerpo en toda su totalidad, con todos sus órganos y funciones, vuelva a funcionar bien.
La importancia de la dieta, mejor vegetariana vegana
—¿Es posible educar hoy a la gente, con tanta presión publicitaria, para que siga una dieta equilibrada?
—Ahí es donde está el papel del médico de vocación, que es capaz de orientar la voluntad del paciente hacia un programa de alimentación curativa.
Pero en el camino ocurren las crisis, casos de intoxicación: el enfermo asume un tipo de alimentación vegetariana, crudívora, con frutas y verduras frescas, y empieza a eliminar toxinas –ácido úrico, cristales de oxalato de calcio–, las elimina de los tejidos, sobre todo de articulaciones y músculos, y se inician crisis –positivas– que pueden ser tremendamente sintomáticas.
Si ha sido bien formado, lo sobrellevará con confianza, y comprobará que su cuerpo se desintoxica para quedar sano.
—Sin embargo, en el proceso evolutivo que nos hizo humanos, la dieta carnívora liberó energía del sistema digestivo hacia el cerebro…
—Ahí hay un profundo error, el hombre nunca se desarrolló como un ser carnívoro: inició su marcha como vegetariano frugívoro, con una dieta arbórea.
Nuestro alimento está en árboles, plantas, semillas, que contienen todos los nutrientes y principios esenciales para que el cuerpo se nutra adecuadamente. Empezó a comer carne cuando se empezó a desplazar de su ecosistema natural hacia los extremos del norte. Hasta entonces vivía en armonía. Al salir de ese ecosistema, empezó a cazar y se convirtió en un guerrero, en lugar de un ser apacible.
—Creo que tiene un concepto negativo del estilo de vida de los países del norte. Por contra, la dieta mediterránea merece su confianza…
—La dieta mediterránea es una dieta más adecuada para esta civilización que no la que siguen en muchos países del norte, que es patológica, centrada en la carne.
En América Latina se están destruyendo miles y miles de hectáreas de selva amazónica para cultivar vegetales que se exportan a Estados Unidos, no para que coman los norteamericanos, sino para que alimenten al ganado y ellos comer la carne.
La dieta mediterránea está mucho más en armonía con la dieta original, que fue vegetariana. La gente que más vive en este planeta son los vegetarianos, los vegetarianos veganos.
Vitamina B12 y veganismo, la eterna cuestión
—Al veganismo siempre se le achaca que no cubre las necesidades de vitamina B12, presente sobre todo en carne y mariscos, pero usted es de la tesis de que podemos adquirirla de nuestra propia flora bacteriana…
—Los animales superiores se clasifican en herbívoros, frugívoros y carnívoros. Y pocos son omnívoros: el oso o el cerdo.
El hombre, en cambio, es claramente vegetariano frugívoro, ya Darwin lo clasificó en esa categoría. Con sus manos prensiles para agarrar los frutos de los árboles, una dentadura que nada tiene que ver con la de los carnívoros, un intestino largo –dos o tres veces más largo que el de estos–, y una dieta con una enorme variedad de alimentos, es un privilegiado de la naturaleza.
Los herbívoros consumen gran cantidad de vegetación para mantener sus enormes estructuras. Cuentan con una suerte de microflora asociada, que es un verdadero laboratorio de bioquímica, y en ese largo intestino fabrican aminoácidos, vitaminas, entre ellas la B12. Es decir, los grandes herbívoros no tienen otra fuente de B12 más que la flora intestinal, que la produce, y esto también pasa en el hombre.
Un estudio que estamos ultimando apunta a que la principal fuente de B12 en los veganos es la síntesis bacteriana, porque esta dieta fomenta un tipo de microflora constituida por bifidobacterias y lactobacilos. Esta flora coloniza la última porción del intestino delgado, donde se absorbe la B12.
Para los veganos, la fuente de B12 es la microflora acidófila, que la fabrica ahí, en el ileon, una muestra de la sabiduría de la naturaleza.
—¿Debe comprometerse el vegano con la protección de la naturaleza?
—El vegano, por definición, es ecologista, porque significa que aspira a la plena armonía con el medio, con la naturaleza, con el oikos; es decir, la casa común en este planeta.
Cuando uno vive en armonía con la naturaleza, con sus fuentes de agua, los árboles, las provisiones de frutos y semillas, está viviendo una vida ecológica.
—Usted ha denunciado el consumo de algunos alimentos por ser responsables de la mala alimentación. Por ejemplo, el azúcar. ¿Cómo se enseña a renunciar a algo tan apetecible?
—Lo ideal es comer frutas, que son maravillosamente dulces, frutos desecados o deshidratados: un orejón, una ciruela seca.
La fructosa es mucho más dulce que la glucosa. De hecho, existe una gran confusión: hay quien no toma fruta porque es muy dulce, pero en realidad su contenido en azúcar es muy bajo, menos del 10%, porque la fruta es en un 85% agua, pero tiene fibra y otros nutrientes.
—¿Y la leche?
—Lo considero peligroso. Está demostrado que la leche –lo demostró el Dr. Campbell en una investigación que le llevó varias décadas de trabajo–, que la caseína, la proteína de la leche de vaca –y de otros animales– es uno de los principales promotores del cáncer, especialmente de linfomas y leucemias.
La propia universidad de Harvard retiró la leche de la pirámide de alimentos y la reemplazó por el agua.
—Pero la leche se había considerado fuente de calcio y otros nutrientes…
—La leche de vaca no es una gran fuente de calcio, es más bien pobre.
Hay infinidad de vegetales más ricos en calcio que la leche, como las semillas oleaginosas, que además son claves para el desarrollo del cerebro: nueces, almendras, avellanas… no solo aportan minerales, calcio, fósforo, sino también ácidos grasos esenciales, como el omega-3, que permite un extraordinario desarrollo cerebral.
—El pan se ha considerado básico en nuestra cultura, ¿qué papel le concede en su pauta dietética?
—El problema con el pan es que el trigo es el cereal más manipulado por la industria.
Se debería consumir pan elaborado con otros cereales, como el centeno, la avena, o recurrir al trigo integral cultivado orgánicamente.
Vencer el cáncer
—En su clínica tratan con inmunoterapia y medicina naturista a muchos pacientes de cáncer que llegan con un mal pronóstico. ¿Qué aconseja a una persona con cáncer?
—Para empezar, es imprescindible adoptar una dieta alcalina, vegetariana, mejor incluso crudívora, que excluya los azúcares, las harinas blancas, el alcohol, las grasas saturadas, etc.
En segundo lugar se debe intentar llevar una vida positiva, tener el convencimiento de que se va a curar, que va a luchar para sanarse.
Y, en tercer lugar, debe dedicar su tiempo al ejercicio físico sistemático. El ejercicio es clave para permitir una gran oxigenación de los tejidos, y el oxígeno anula las células cancerosas, que son anaeróbicas. Con esos códigos internos insertos en la mente y un mayor contacto con la naturaleza, es posible afrontar con éxito la enfermedad.
El desayuno que el Dr. Silva recomienda a sus pacientes, y que él mismo toma desde hace años, es un batido con semillas que incluye 3 cucharadas de semillas de chía, 2 de lino y 2 de sésamo.
Para prepararlo se activan las semillas dejándolas en remojo toda la noche en un tazón de agua fría, tapado. Esto libera los mucílagos y al día siguiente el agua está gelatinosa.
Se pone en la licuadora junto con una taza de alguna fruta agridulce (manzana, kiwi, plátano, fresas…), solo una fruta en cada ocasión, y una vez licuado, se bebe o se enfría brevemente en la nevera.
Otro desayuno aconsejado es el muesli de avena integral. Se dejan en remojo dos cucharadas toda la noche en un tazón de agua fría. Al día siguiente se añade miel, nueces, almendras, uvas pasas, si quieres fruta fresca, y se puede licuar o no.